Lo confieso, dibujar a boli engancha. Hace ya unos años se me ocurrió convertir algunas de mis obras en ilustraciones de pequeño formato. Por una parte, por razones de espacio (mi casa es pequeña y no puedo trabajar siempre en obras grande), pero también por un reto que llevaba arrastrando desde que iba al colegio.

De pequeño dibujaba a todas horas, en los cuadernos de apuntes, en los libros de texto, sobre el pupitre, en cualquier papel que cayera en mis manos y sobre todo, con lo que fuera. Por lo general lo que tenía más a mano eran los bolis con los que tomaba apuntes, así que garabateaba con ellos por todas partes. Mis profesores valoraban mi creatividad (aunque me caían broncas constantemente), pero mi profesora de dibujo insistía en que el bolígrafo NO era una herramienta de dibujo ya que no se podían conseguir gradaciones como con el lápiz o el carboncillo. Desde entonces sí que seguí usando el boli para dibujar, pero sólo para bocetos y poco más.

Por casualidad conocí la obra de Juan Francisco Casas, y comprendí que una “simple” obra hecha a boli puede ser mucho más que una ilustración o un boceto. En los últimos años he visto cómo surgía en las redes sociales (FacebookInstagram,…) una tendencia de trabajos hechos con esta técnica. También puedes encontrar infinidad de tutoriales en YouTube, o incluso exposiciones en galerías de arte con trabajos espectaculares y a gran escala.

Realmente la técnica no es nada complicada. Todo es cuestión de paciencia, un boceto a lápiz con referencias de luces y sombras, y mucha observación. Por supuesto también es muy importante el gramaje del papel, ya que en las zonas más oscuras la tinta lo humedecerá mucho y puede llegar a abarquillarlo.

Para cogerle el truco al bolígrafo conviene hacer ejercicios previos de gradaciones. Prueba a pasar la punta casi sin marcar hasta llegar al tono más oscuro de la tinta, pero nunca aprietes . La técnica más sencilla para esto sería el cross hatching, básicamente entrecruzar finas líneas de tinta para conseguir distintos tonos.

Últimamente estoy probando a mezclar bolígrafos de distintos colores, principalmente rojo, azul (verdes o negros no me están dando buenos resultados por ahora). Aunque existen en el mercado infinidad de colores, a mi juicio los trabajos a color pierden un poco la esencia del dibujo a bolígrafo. El resultado puede llegar a ser muy realista, aunque suele tender un poco a tonos apastelados.

En el caso de mi obra Éxtasis, jugué con bolígrafo azul, pequeños detalles de rojo y rotuladores amarillos y naranjas.

Suelo realizar pequeños formatos, 13×18 cm. o 30×30 cm. Son medidas muy cómodas para trabajar además de tener un precio muy asequible.

Lo dicho, un simple bolígrafo puede dar mucho juego.

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